Desde que somos pequeños, en el colegio nos enseñan a desprendernos de la creatividad, de la empatía, de las emociones. Estamos prácticamente mecanizados. Aprender números, reyes, monarquías, ríos y cordilleras. Nos enseñan que ser diferente no está bien. Que los números que aparecen en un papel definen tu universo. Nos enseñan que si vas a contracorriente, probablemente pasarás muchos días en el pasillo. En la fila de atrás mirando hacia la pared, sin poder empaparte de lo que hay a tu alrededor. Nos enseñan a ser enciclopedias andantes, a ir por la vida con titulitis cargada a las espaldas. Nunca fui buena estudiante, y por supuesto nada brillante en calificaciones. Nadie se paró a pensar ni a comprender porque no quería ir a clase o porque prefería estar con mis colegas echando un "uno" en el bar de en frente. Así es el sistema educativo. Si no quieres aprender, es que no tienes inquietudes. Es que vives en la parra. A lo mejor es que simplemente la manera de enseñar, no nos hace ese "click" que necesitamos. Nadie se paró a pensar porque empecé a trabajar cuando aún mis amigas se pasaban los viernes eligiendo que ponerse para volver a casa a las doce.
Pero tenía otros valores que quizá nadie quiso ni supo ver. Valores que quedaron encerrados en una jaula porque nadie les dio la oportunidad de volar. Y todo eso cambia cuando, por fin, eres tú el que decide. Qué estudiar, qué aprender, y cómo aprenderlo. Y ahí es cuando el mundo te hace un "stranger things" en tu preciosa cara, y descubres un universo paralelo que te acojona, pero que necesitas descubrir moviendo cielo y tierra. Descubrir cosas que siempre te dijeron que no tenías, y que acabaste creyendo a pies juntillas.
Cuando tienes un proyecto, cuando tienes una idea, cuando quieres desprenderte de los costumbrismos y de las jornadas laborales de 8 horas para trabajar 15 pero así darle forma a tu futuro, a tus inquietudes, ahí es cuando te das cuenta de que todo lo que habías aprendido, no sirve absolutamente para nada. Ni por donde empiezas, ni como. Ni entiendes porque parece que hay un complot contra los emprendedores. Seguimos siendo ovejas negras en un rebaño que sigue una misma dirección. Pero lo que no saben, es que los que elegimos otro camino, lo haremos hoy, mañana, y cien "NO" más. Porque seguimos brillando en un mundo lleno de oscuridad. Porque no saben que no tenemos miedo al fracaso, y, consecuentemente, al É XI TO.