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Amores eternos


Lo que más me gusta de estos momentos, es que al final te hacen partícipe, y por consiguiente parte de ellos. El sábado nos fuimos a Astorga, a probablemente, uno de los días más importantes en las vidas de Olimpia y Joaquín. Desde Portugal y hasta León, hace algo más de 50 años nació un AMOR de esos que se escriben con mayúsculas.

Y cuando hablo de AMOR, no hablo de traer flores. No hablo de pasar buenos momentos. Ni de comer fuera los domingos.

Sino de ser uno en los peores momentos. De disfrutar de las cosas más pequeñas. Minúsculas, diría yo. Hablo de prestar el hombro. La cabeza y el corazón. Hablo de momentos duros y por supuesto, momentos maravillosos. Hablo de miradas que lo dicen todo, y de cogerse la mano instintivamente. Hablo de una sociedad que antes no era tan libre como lo es ahora, ni tan fácil.

De la amistad de verdad, del cariño de verdad, del aprecio de verdad. De la comprensión. De la complicidad.

Esto me hace recordar que los amores de ahora solo dependen de la comodidad. De pasar un buen rato y de girar la cabeza cuando algo no está del todo bien. De decir adiós, de cambiar de amor como de copas en un bar. Nos hemos olvidado del compromiso, de anteponer nuestros intereses y nuestras prioridades a los de alguien, y siempre de manera inexorable. Nos hemos olvidado de los detalles, de compartir felicidad. De ver nubes y poner soles fingidos. Y de no dejar que llueva cuando tiene que llover.

Por eso, y tantas cosas más, me emociona extraordinariamente ser espectadora de algo inalcanzable. Me emociona poder vivir instantes que me ponen los pelos de punta.

Y me hace tan feliz, que a veces me siento como Kevin Spacey en American Beauty.

Si, probablemente seré una enamorada del amor. Y de cualquier cosa que haga volcarte el alma y el corazón. Por eso quiero dar las gracias a Olimpia y a Joaquín, a sus hijos, a sus nietos, a sus amigos más cercanos y a los que no lo son tanto. Porque gracias a ellos, mi trabajo y mi pasión siguen teniendo sentido. Porque gracias a ellos, sigo poniendo la misma admiración a cada click que sale de mis manos.

"Supongo que podría estar bastante cabreado con lo que me pasó, pero cuesta seguir enfadado cuando hay tanta belleza en el mundo, a veces siento como si la contemplase toda a la vez y me abruma, mi corazón se hincha como un globo que está a punto de estallar, pero recuerdo que debo relajarme y no aferrarme demasiado a ella y entonces fluye a través de mí como la lluvia y no siento otra cosa que gratitud por cada instante de mi estúpida e insignificante vida. No tienen ni idea de lo que les hablo seguro, pero no se preocupen, algún día la tendrán."

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